martes, 20 de diciembre de 2011

Los Sobrinos de la Zarzuela: 10 años regalando carcajadas por Navidad

Los melómanos podríamos idear una alternativa a la hora de determinar cuándo llegan las fechas navideñas alejándonos de los estereotipos generales como son la colocación de las luces en las grandes ciudades o el anuncio de la Lotería Nacional, por citar sólo dos ejemplos. Dicha alternativa sería la fecha de comienzo de la reposición de la zarzuela Los Sobrinos del Capitán Grant en el Teatro de la Calle Jovellanos, en lo que casi se ha convertido en una tradicionalización de este título en época de Navidad. Quinta ocasión en su escenario, desde el estreno, hace ahora diez años, de la ya familiar producción con firma del afamado Paco Mir.


Y es que a los que hemos visto crecer esta producción desde el año 2001 hasta ahora nos es completamente imposible desligar el nombre de la obra del compositor Manuel Fernández Caballero y del libretista Miguel Ramos Carrión, del montaje escénico elaborado por el famoso miembro del grupo cómico Tricicle. Un montaje que no ha perdido nada desde entonces, es más, es un montaje que va ganando con los años, como la fruta al madurar, va volviéndose más dulce, más sabroso, gracias a la atractiva conjunción de los elementos que lo componen.

La vistosidad, el colorido, el ritmo escénico trepidante con que se desarrolla esta descacharrante historia de viaje y aventuras inspirada en una obra original del escritor Julio Verne son elementos que se ven apoyados firmemente por el magistral trabajo de un sólido plantel de actores y cantantes que son parte consustancial, inherente e indisoluble del montaje, y que han permitido que esta producción de ya dos lustros de vida siga prevaleciendo en la memoria colectiva del aficionado y continúe manteniendo el tirón y la aceptación popular que ha conseguido durante cinco Navidades en Madrid y otras tantas de gira por teatros españoles.

  
Millán Salcedo se ha hecho un auténtico especialista en el papel de Marcial Mochila, y cada año que le vemos subir a escena comprobamos cómo se supera a sí mismo, tanto en toda la parte cantada de su personaje al comienzo de la obra junto al coro (donde consigue entonar todas las notas perfectamente bien, algo que le ayuda el haber sido imitador de múltiples cantantes famosos durante su etapa como humorista en el popular Martes y Trece), como en su sorprendente vis cómica al actuar, donde siempre deja caer gags o guiños a su famosa etapa en el siempre recordado dúo cómico de los años 80 y 90.

De los aventureros embarcados junto a Mochila en el barco El Escocia en esta quinta reposición en el Teatro de la Zarzuela el papel de Soledad sólo se ha asignado a la joven soprano Mar Abascal, que en esta ocasión no alterna con la ya veterana Milagros Martín, convirtiéndose en una feliz alternativa. Quizá Abascal interpreta su papel de una manera más pueril y repipi de la que lo hacía Martín, algo más acorde con el personaje.


Los demás protagonistas viajeros decir que siguen igual de espléndidos que siempre: María Rey-Joly no ha cambiado absolutamente nada en su caracterización fonética de la escocesa cursi, altanera y remolona Miss Ketty (nos regala junto a Abascal un distinguido a la vez que castizo dúo "En Inglaterra los amantes"); su partenaire Richard Collins-Moore como el acaudalado escocés Sir Clyron siempre con su nativo acento inglés; el también miembro del originario trío Martes y Trece Fernando Conde borda una vez más su excéntrico papel de despistado crónico, el doctor Mirabel, y Xavi Mira continúa siendo el simpático y extrovertido Escolástico, ex-seminarista loco de amor por Soledad dispuesto a ser sobrino del mismísimo demonio por el amor de ella. Por su parte el barítono Antonio Torres como el temible pirata Jaime recrea virilmente su romanza con coro que abre la segunda parte del montaje.

Todos ellos siguen arropados por un plantel de actores secundarios inigualable, la mayoría interpretando múltiples papeles. Entre estos señalo a Ana Santamarina como la Portera, y sobre todo las múltiples apariciones del gran Pepín Tre en cinco personajes o de Abel García destacando en su actuación del impronunciable General argentino Archiparraguirriguerriberrigorrigurrichea. La cantante de jazz Sarah Quist otorgó el componente salvaje y primitivo a la escena de los maoríes, en varios cantos de consagración y sacrificio.


El Coro del Teatro como siempre sigue dando lecciones de buen canto en una obra donde el auténtico hilo conductor lo lleva la masa coral, siendo visualmente muy vistosa su aparición en el coro de fumadoras y la zamacueca chilena, o en los cantos de los maoríes. El cuerpo de baile, con un protagonismo notable a lo largo del montaje, regala un espectáculo de gran lucimiento y gallardía en la exhibición del ejército de vanguardia del General Archi..., en la escena desarrollada en el cuartel militar argentino.

En esta quinta reposición de Los Sobrinos la batuta ha sido encomendada al joven director madrileño José Miguel Pérez-Sierra que ha mantenido los tempi que sus predecesores en la dirección musical. Momento particular para la Orquesta de la Comunidad de Madrid es como siempre el memorable Vals del fondo del mar, por donde desfila en escena "lo más granado" de las profundidades marinas.


Paco Mir mantiene las continuas interacciones con el público del Teatro, sobre todo en la escena del ensayo con el Capitán John (Toni González), antes del famoso coro de marineros, cuando el capitán se dirige al respetable recriminándole sus malas dotes para el canto a la vez que pasa lista a unos nombres y apellidos disparatados.

Asimismo, se sigue con el casi absoluto aprovechamiento escénico de todo el teatro, como los palcos, el gallinero o los pasillos del patio de butacas, donde más de uno se lleva un susto de muerte al ver aparecer a los salvajes maoríes en la última escena chillando como posesos. Respecto a las continuas morcillas y chistes utilizados durante el montaje (algunos de ellos nuevos en esta reposición, como casi siempre ocurre en cada una de ellas) es difícil discernir entre cuáles son originales de la zarzuela y cuáles son adheridos al efecto, pero eso da enteramente igual, porque el acabado obtenido es sencillamente perfecto, y lo más importante, no rechina lo más mínimo.

 

Es una grandísima satisfacción para los que estamos interesados en la pervivencia del género zarzuela, en su dignidad y en su capacidad competitiva frente a otros como el musical, el apreciar que cualquier día que se acude al Teatro a presenciar Los Sobrinos éste se halla repleto de público joven: niños acompañados de sus padres o abuelos disfrutan entusiasmados viendo pasar volando las tres horas de viaje (4 actos y 18 cuadros) de los seis protagonistas desde una corrala de Madrid hacia Chile, la Pampa Argentina o Nueva Zelanda. Es de esta forma cómo nuestro género lírico se abre a nuevos públicos y se destierra la imagen prejuiciosa que a veces gira sobre él. Y es que no nos engañemos, viendo montajes como éste uno piensa para sí: "hay que ver cómo mola la zarzuela". Mazo.

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