sábado, 23 de agosto de 2014

Revoltosa en Sabatini: cuidada y fresca

13/08/2014. Jardines de Sabatini (Madrid). Veranos de la Villa 2014. La Revoltosa (Chapí). Dirección de escena: Francisco Matilla. Dirección musical: Óliver Díaz. Coreografía: José Antonio. Ópera Cómica de Madrid. Intérpretes: Irene Palazón, Ana María Hidalgo, Trinidad Iglesias, Carmen Arribas, Javier Ibarz, Gerardo Bullón, Francisco Matilla, Ricardo Muñiz y Alejandro González. Coro de Ópera Cómica de Madrid. Ensemble Instrumental de Madrid.


Un verano más los aficionados hemos vuelto a tener zarzuela en ese entorno incomparable de los madrileños Jardines de Sabatini, dentro de la programación de los Veranos de la Villa. Huelga decir que aún nos encontramos en duros tiempos de crisis y que las programaciones municipales en el terreno de la cultura se ven en la necesidad económica de contar con escasos recursos presupuestarios destinados a los espectáculos teatrales. Como siempre, la inteligencia reside en hacer mucho con pocos medios, y al menos hasta ahora parece que así está siendo. Al menos con lo que la zarzuela se refiere, ya que es de agradecer y algo casi obligatorio que cada año se ofrezca al menos un título lírico en el escenario de Sabatini.

En contraste con el año anterior, cuando se nos ofreció una disparatada e inteligente puesta en escena de La Corte de Faraón de Lleó con firma del gran Jesús Castejón, en este caso se ha vuelto a recuperar un título que representa lo más castizo, popular y representativo de esa modalidad de género chico como es La Revoltosa del maestro alicantino Ruperto Chapí. Para ello se ha vuelto a contar con el impecable y digno trabajo de una de las compañías privadas que a día de hoy más esfuerzos están haciendo por mantener nuestro teatro musical, Ópera Cómica de Madrid, que dirige desde hace décadas el también actor-cantante Francisco Matilla, experimentado hombre de teatro lírico donde los haya.

Esa voluntad de hacer prevalecer las esencias y lo original de nuestra zarzuela vuelve a demostrarlo Matilla en esta clásica, fresca, limpia y nada chirriante producción donde también ha dado vida a uno de los personajes del feliz sainete escrito por José López Silva y Carlos Fernández-Shaw: el sastre Cándido, el más maduro de los pretendientes de Mari Pepa que en cierta medida le entronca con el viejo boticario Don Hilarión de La verbena de la Paloma de Tomás Bretón. En su modélica caracterización se pone de manifiesto que Matilla conoce a la perfección los entresijos no sólo de su gracioso y trasnochado personaje (al que ha interpretado en repetidas ocasiones, llegándolo a grabar en disco bajo la batuta del maestro Miguel Roa junto a voces de la talla de Plácido Domingo y María Rodríguez), sino de todo el entresijo escénico de esta alocada hora de celos y enredos amorosos.

 
 Fotografia de Javier Camporbin

Tanto es así, que no ha querido ofrecer una Revoltosa al uso, sino que como acertadísimo recurso dramatúrgico-teatral el director de Ópera Cómica ha realizado una introducción de unos 25 minutos para contextualizar de forma didáctica el momento histórico y artístico en que este inmortal sainete se estrenó en 1897, ya que en ese mismo año vieron la luz otras tres joyas del teatro por horas: La boda de Luis Alonso de Giménez, La viejecita de Fernández Caballero y Agua, azucarillos y aguardiente de Chueca y Valverde. De hecho, el mundialmente conocido intermedio de la primera abre majestuosamente la función, dando oportunidad a los bailarines de desarrollar los elegantes pasos de baile flamenco que tan bien ha diseñado ese maestro de la coreografía como es José Antonio, volviendo a lucir al ballet de nuevo en el garboso intermedio de la obra de Chapí. Integrantes de la propia compañía Ópera Cómica son los encargados en esa introducción de informar a los espectadores acerca de los principales acontecimientos líricos de ese año tan señalado para el género chico, regalándosenos además por varios solistas el femenino pero viril brindis de la segunda obra mencionada y el retrechero pasacalle final del pasillo veraniego de Chueca, antes de que La Revoltosa y su arrebatador preludio cobren protagonismo absoluto de la escena, bajo la batuta del joven maestro Óliver Díaz, el cual mantuvo una dirección bastante equilibrada aunque quizá demasiado discreta, sin pecar de grandilocuencias ni efectismos, al frente del Ensemble Instrumental de Madrid, algunos de cuyos solos eran especialmente captados por la megafonía, ese mal tan necesario en los espectáculos de Sabatini.

 
  Fotografia de Javier Camporbin

Sabemos que para que una obra como La Revoltosa, tan continuadamente representada gracias a su enorme éxito alcanzado desde el día de su estreno, no pierda el lustre y el gracejo inherentes a su misma condición de obra maestra del género chico, es necesario un equipo actoral y vocal que la defienda con justicia, y para ello, Matilla ha contado con un solvente equipo de colaboradores: desde la joven soprano Irene Palazón, de una emisión dulce y fresca, sin duda lo mejor a nivel vocal de todo el reparto, dando sobradas muestras de seguridad y desenvoltura escénica como la protagonista Mari Pepa, en compañía del barítono Gerardo Bullón en el sufridor Felipe, un cantante al que en otras producciones de zarzuela se le ha visto dar vida a papeles comprimarios pero que en este caso ha tenido la oportunidad idónea para que extrajera todo su potencial actoral; hasta la experiencia teatral ya consolidada de artistas como el tenor Ricardo Muñiz en Tiberio o la enormemente realista Gorgonia de Trinidad Iglesias. El propio Francisco Matilla alcanzó en su chistoso diálogo con ella cotas de una gracia sin igual. Muy reseñables el no demasiado maduro señor Candelas de Javier Ibarz y el Atenedoro de Alejandro González, así como la correcta participación de los niños. Aunque sobria, cumplió sobradamente la Soledad de la mezzo Ana María Hidalgo en sus Guajiras, sin concesiones a lo chabacano, algo que en general ha definido a esta cuidada y limpia Revoltosa cuya inmejorable tramoya escénica ha sido como siempre ese deslumbrante Palacio Real completamente iluminado.

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